Angélica García Estrada
Mi trabajo atraviesa un proceso de transformación.
Durante años pinté cuerpos estilizados, figuras que eran metáforas del mundo visible. Hoy esas formas se deshacen en atmósferas de color y movimiento, en paisajes donde la materia se vuelve luz y la línea se convierte en ritmo.
Sigo siendo la misma, pero en tránsito.
Pinto la memoria de las formas que desaparecen, los rastros que deja la experiencia cuando ya no se puede nombrar. No busco representar, sino provocar un estado: la quietud después del movimiento, la expansión después del límite.
Lo que antes fue figura ahora es pulso; lo que fue contorno, ahora es vibración.
Mi pintura es una búsqueda constante entre lo concreto y lo etéreo, entre lo que se ve y lo que apenas se siente.